En la época de los elixires y emplastos
Cuando miramos el pasado con nuestros ojos actuales, a veces nos da ternura ver lo poco que se sabía antes, particularmente en áreas que hoy llamaríamos científicas. En algún momento se pensaba que la Tierra era plana, que en la reproducción humana el semen del hombre llevaba pequeños hombrecitos miniatura (homúnculos) y la mujer lo único que aportaba era un ambiente en el que estos podían desarrollarse, o que había cuatro elementos esenciales (agua, tierra, fuego y aire, como en Avatar, la leyenda de Aang). ¡Qué inocencia!, ¿no? Pero no vale mirar para atrás desde nuestros sofás, tomando un té, y sabiendo todo lo que sabemos ahora. Después de todo, a partir de todas esas ideas equivocadas, notando que no lograban explicar muchas cosas, los seres humanos fuimos logrando generar ideas más acordes a lo que ocurre en el mundo real. Fuimos logrando eso gracias a haber descubierto (¿o inventado?) una serie de herramientas para hacerle preguntas al universo y obtener sus respuestas: la ciencia. Algunas de esas herramientas son los experimentos, las observaciones o la generación de modelos teóricos y teorías y, gracias a ellas, podemos conseguir e interpretar las evidencias que nos van ayudando a entender el mundo que nos rodea. Sigue leyendo